La vida de las mujeres enanas se divide en tres etapas
Después de superar la tierna y lampiña infancia, escogen su arma favorita y se lanzan a la batalla. Solo sus congéneres son capaces de diferenciarlas entre el caos de hachas y espadas. A ojos de un humano, no existe ninguna diferencia entre un varón y una mujer enano, ambos son igual de violentos y ambos poseen largas barbas que les llega hasta la cintura. Son mujeres rudas, fuertes, de buen porte y constitución.
Ilustración de una mujer enana |
La fertilidad de las enanas es perecedera.
Terminados los buenos años, las mujeres enanas se rapan el cabello de la
cabeza, dejándose únicamente la barba. Recuperan la armadura y las armas que
escondieron en los baúles bajo de la cama y regresan a la batalla. Son estas
mujeres las que resultan más atractivas para los varones. Mujeres maduras,
experimentadas, las que están más interesadas por apuñalar corazones que por
conquistarlos.
Estándares de belleza
Los enanos tienen un gusto
particular, retorcido según la opinión de las demás razas de Azäir, para las
mujeres. Los estándares de belleza femeninos tienen que ver con la lucha. Les
atraen las mujeres fuertes, de constitución similar, o mejor, superior, a la
propia. Las cicatrices les resultan de lo más atractivas, tanto ver a una mujer
con marcas de guerra o provocando cicatrices incurables a los enemigos y amantes.
Una dentadura imperfecta, desproporcionada, es señal que la mujer en cuestión
es propensa a dar mordiscos y a los enanos les encantan que les muerdan. ¡Y la
barba! No existe enano ni enana que no esté orgulloso de su buena barba. ¡Una fiera!
No es una doncella, delicada como una florecilla, lo que buscan, sino una
bestia, una guerrera, una digna hija del dios de los enanos, Ktomos.
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